Y en toda esta quietud, sobre todo si es de noche, reflexionas sobre tu origen quedamente y rememoras tu viaje; como en el purgatorio. Ruegas minutos al aire y murmuro tu nombre a la autovía a unos metros, te invoco. Como en cualquier parte, te hago a mi lado. Y entonces este sitio empieza a hacérseme interesante, imaginando compartir este momento contigo. Como si de repente, no tuviera que ver esto con Dios y tuviera tu auricular en mi oído susurrándome tus canciones. Te liara un cigarro y callados, me apoyara en ti esperando a que arranque el autobús. Vuelvo a la vida, engullo mi kínder y pienso en tu habitación.
sábado, 19 de mayo de 2018
madrid-lorca
Si existe el purgatorio, debe ser como este área de servicio en la madrugada; con dos trabajadoras con la marca de una vida en la cara. Las bolsas ondeando hacia fuera de una papelera mientras exhalas la calada de tu cigarro, estos gatos de tripa blanca, manchas naranjas y negras. Cómo una espera eterna a que pase la media hora que anunció el conductor, sentarse a esperar en un escalón con todas tus cosas a un lado por si te robaran. Estas miradas en silencio con los otros viajeros, las sonrisas a medias a la persona que entra tras de ti al baño, los cafés puestos sin amor.
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