Tanto miedo y tantas malas ideas.
Entropía inherente a la poliarquía del estado de mi centro, vértigo porque ya han rozado mis labios el canto de la eternidad. Rota la amalgama de voluntos ctónicos, derivo en la balsa que me hice con la madera que no me robaron. No hay tierra a la vista en este desierto de vida, solo contrastes en el claroscuro de tu iris. La trayectoria de tu mirada que traza un triángulo isósceles invertido a un palmo de la mía. Creador de la creación, la santa trinidad que me hizo celeste.
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