Siento este cuerpo como lejano, como una fábrica enjuta y fría de lamentos y vicios. Está mal ventilada, se escapa el humo por las ventanas con cierto aroma a vencido. Hieden en mi las malas ideas, los conciertos raros.
Traigo las manos llenas de la ausencia de lo obtenido, de ciertas circunstancias virulentas que verdean como las venas de tu piel blanca y galaxia de cuentos perdidos. Me siento ahora el poro sucio de una nariz pubescente, lleno/a de la porquería pobladora de lo sólido. El limo blando y mojado, la muerte.
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