martes, 28 de noviembre de 2017

limo

Si la sangre fuera un metal pesado, el ciclo cerrado de mis tejidos no sería otra cosa que aluminio oxidado. Más por la lluvia que por los golpes o los años, por el paso de las nubes a los soles, por esperarme donde no debía, lo que nunca tuve. 

Siento este cuerpo como lejano, como una fábrica enjuta y fría de lamentos y vicios. Está mal ventilada, se escapa el humo por las ventanas con cierto aroma a vencido. Hieden en mi las malas ideas, los conciertos raros.

Traigo las manos llenas de la ausencia de lo obtenido, de ciertas circunstancias virulentas que verdean como las venas de tu piel blanca y galaxia de cuentos perdidos. Me siento ahora el poro sucio de una nariz pubescente, lleno/a de la porquería pobladora de lo sólido. El limo blando y mojado, la muerte.

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