dios es un amuleto
enterrado en los confines,
roto y oxidado,
mi fe es para mis fines.
Me aterra que bien por olvido o por descuido me haya yo quedado allí con el. Ahora la boca me sabe a tierra y estoy entumecida en esta parálisis autoimpuesta, quiero morir y solo consigo sentirme la vida. Arañándome, frustrada gritándome -sal, me hace sangre.
No quiere suspiros, ni sollozos tontos, ni desaires,
de ningún tipo porque está cansada de esperarme,
a que me decida, me aburra o que mi inmundicia estalle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario